sábado, 24 de agosto de 2013

Intervención y cambio organizacional



VII CONGRESO INTERNACIONAL DE ANÁLISIS ORGANIZACIONAL: Organización y crisis: consecuencias y desafíos.
Octubre 2009, Villahermosa, Tabasco
Ponencia: Cambio y/o transformación organizacional desde los modelos de intervención social. Retos y perspectivas de análisis.
Mesa 10: Intervención y Cambio Organizacional
Presenta: Dra. Rosa Isela García Herrera[1]
Correo electrónico: rosaisela99@hotmail.com

Resumen
Este escrito tiene como fin exponer algunas reflexiones en torno al desarrollo conceptual y metodológico que ha tenido la noción de la intervención y cómo ésta se ha configurado, en el seno de algunas disciplinas sociales , como una herramienta pertinente para conducir los procesos de cambio y /o transformación en las organizaciones sociales en sus diversas expresiones. Si bien es cierto que los desarrollos teórico-metodológicos, no representan aún un campo homogéneo y sistematizado en cuanto a su producción teórica y disciplinar, si expresa, por lo menos así lo considero, un avance importante en materia de conocimiento sobre este tema. Esto es, lo que hay en este campo es bastante enriquecedor y por consiguiente útil, en términos de poder encauzar una línea de trabajo muchos más pragmática y cuya orientación pueda perfilarse hacia la búsqueda de conocimientos más próximos a lo que los sujetos viven en sus diferentes realidades organizativas. La utopía del cambio señala Minguet (2001) ha sido una constante en las ciencias sociales, particularmente en la sociología y la psicología, donde se han hecho esfuerzos encomiables para concentrar en modelos típico-ideales, diferentes metáforas teórico-prácticas para incidir en el cambio y la transformación de las incertidumbres y ambigüedades de la sociedad y sus organizaciones.
Expuesto esto, el propósito principal de esta ponencia es hacer una presentación general de las diferentes modélicas de intervención organizacional que se han elaborado en los últimos tiempos (por menos de la década de los sesenta para acá), y que han sido sobre todo, expresión y resultado de las preocupaciones de los profesionistas albergados en este campo, para incidir en la modificación tanto de las estructuras de la sociedad  y la organización como en los procesos accionales de los sujetos dentro de éstas. Haremos un recorrido rápido, tomando como referencia la taxonomía que elabora Guy Minguet acerca de los modelos de intervención que se han venido desarrollando a partir de la década de los 60 y que sin lugar a duda representan un desafío en términos de integrar un conjunto de conocimientos y prácticas para la intervención.    

Introducción
Este escrito tiene como propósito exponer algunas reflexiones en torno al desarrollo conceptual y metodológico  que ha tenido la noción de intervención en el campo de las ciencias sociales. De manera particular se privilegia el campo de la sociología y la psicología  como las disciplinas que quizá, por la naturaleza compleja de su objeto de estudio,  puedan ser un escenario (ejemplo) para acercarnos a la particularidad de sus desarrollos teóricos en cuanto a la construcción de un campo orientador de la práctica de la intervención y del que se derivan desarrollos posteriores que hoy día se reivindican como importantes –en cuanto a su utilidad transformativa- para incidir en la modificación tanto los estados objetivos como los subjetivos de las organizaciones.
Minguet (2001) señala,  que la sociología de algún modo ha estado tentada por una utopía, encontrar las llaves del cambio social y de este modo reducir las incertidumbres de la vida social. Considera que los esfuerzos han sido demasiados, pero sin embargo no lo suficientes para resolver aún el camino correcto para orientar estos procesos de cambio. Las demandas sociales rebasan en mucho las posibilidades explicativas y transformativas de dicha disciplina, sin embargo, las intenciones para incidir en los procesos de cambio han estado marcadas básicamente por dos orientaciones generales: por un lado, la orientación del cambio a partir del descubrimiento de las leyes generales del desarrollo histórico de la humanidad; por otro, la intención del cambio a partir de la búsqueda de proposiciones que dan cuenta de la pluralidad irreductible de los procesos de cambio, así como de su naturaleza contingente y contradictoria.
Alrededor de estas dos intenciones se han venido desarrollando sendas modélicas de intervención social, mismas que se  han constituido en un parteaguas entre una sociología casi espectadora de la acción social que legitima su hacer en los métodos de sistematización más rigurosa, y una sociología que más allá de actitud vigilante rompe paradigmas convencionales para plantarse el reto de legitimar la producción de conocimiento a partir de establecer un nuevo vínculo con su objeto de intervención y propiciar entonces una relación dinámica y contextuada de los procesos de cambio.
Reflexionado lo anterior, la pretensión concreta de este trabajo radica en la pretensión de presentar un panorama amplio y general de las particularidades de los diferentes modelos de intervención que se han desarrollo de la década del sesenta para acá, y que han marcado una pauta para revisar, si lo que estamos dimensionando como una acción de intervención en las organizaciones se circunscribe a lo que los protagonistas de estos desarrollos intelectuales han sentado como la base del trabajo de la intervención, o si erramos el camino y necesitamos recursar para enderezar las aristas de lo que estamos visualizando como intervención.
Si bien la ubicación de cada uno de estos modelos de intervención se imbrican en metáforas construidas alrededor de la organización siendo de algún modo marcadas por sus premisas teóricas, nos concentraremos al hacer este recorrido de manera fundamental en las particularidades de la metodología y los roles que el interventor se supone asume desde la visión de cada modelo.
I La noción de intervención
La noción de intervención tiene diversas acepciones, entre las que destaca la idea de conceptualizar a la intervención  como un ejercicio profesional que integra una dimensión epistemológica, metodológica y una práctica que coloca al profesional dentro de una especie de sistema/cliente que emerge de la solicitud de uno o varios actores vinculados a una situación donde se presentan momentos problemáticos y de tensión. En este sentido el practicante/interventor, mediante un razonamiento profesional está facultado para intervenir y participar de la situación bajo la anuencia de las personas solicitantes. El desarrollo de la práctica de la intervención ha tomado diferentes matices, es decir, dependiendo del campo de conocimiento sistematizado y la particularidad de la situación, es como el interventor va a trazar las líneas a seguir de modo tal que su desempeño, si bien está permeado por los dispositivos ya elaborados, siempre representa ser un proceso por construir.
Señala Minguet que por el vocablo intervención, proveniente de las prácticas de los ingenieros en las organizaciones, se puede entender una secuencia de fases lógicas y encadenadas, según una regulación -un coloquio singular-, entre el interventor y su interlocutor ligados en un mismo campo. La particularidad de este ejercicio es que una vez hecha la solicitud y aceptada por el profesional, éste en su carácter de interventor se coloca en el corazón de una situación para cumplir un mandato, una misión. De modo que intervenir se puede apreciar como colocarse entre, es decir, el interventor se convierte en un intermediario donde un tercero se beneficiará.
Aunque no existen un campo homogéneo para la intervención, se pueden identificar un espectro amplio de modelos típico-ideales que conjuntan de algún modo teorías, hasta cierto punto, formalizadas sobre la sociedad y la acción.  En vista de que no hay una teoría de la intervención nosotros podemos construir una clasificación de las principales familias teóricas las cuales proporcionan lenguajes analíticos propios para actuar, comprender y explicar los hechos, los actores, las organizaciones y los sistemas. Las teorías que presiden la intervención toman vida de la psicología social, la sociología,  la antropología, la ciencia política, la economía u otras ciencias. Hablamos pues de ciencias sociales y humanas que de acuerdo a su constitución, especialización y empresa deben aportar a su edificación.
Vale la pena señalar que no existe, un dispositivo de intervención que no vaya acompañado de una metáfora tanto de la sociedad, como del hombre, la política y a manera de ejemplo podemos citar las propuestas por Morgan (1996) quien en un esfuerzo de sistematización y clasificación nos presenta un panorama amplio de todas las que se han privilegiado en los estudios sobre las organizaciones. Así podríamos citar otras más, quizá de carácter macro social que ponen en consonancia tanto ideologías como deseos encontrados para propiciar cambios radicales en la estructura social.
En este sentido si la intervención es impensable sin un modelo de sociedad detrás, nos avocaremos a revisar algunas modélicas de intervención que pueden ser un referente útil para pensar en la ejecución del ejercicio profesional, que tal vez, sin proponérselo, se ha convertido en un reto para los Estudios Organizacionales. Reto que quizá nos conduzca a establecer el vínculo entre el registro de la teoría y el registro de la acción.
Presentamos entonces, con el apoyo de Minguet  algunos de los modelos que creemos son importantes en términos de revisar este itinerario de la noción de intervención. Vale  la pena señalar que en esta revisión no se privilegia a alguno de ellos más que a otros, por el contrario, cada uno puede representar un estilo único o bien todos una guía para orientar la práctica de la intervención. 
II Los modelos de intervención y la particularidad de sus métodos
a. Modelo de la Investigación acción
Icono de la metodología de la investigación acción,  Kurt Lewin fue uno de los precursores que sienta las bases, en el campo de la psicosociología,  para la aplicación de una metodología cuyo eje de acción es la  intervención con grupos.  Fue el primero que con su teoría del campo  se desplaza del ámbito de la persona al interface persona/grupo/medio ambiente, hacia la interacción en una situación de los miembros de pequeños grupos, comunidades urbanas y étnicas. Conjunta una práctica plural que abarca dimensiones psicológicas, pedagógicas, clínicas, políticas, etc., esto quizá por su condición de emigrante en los Estados Unidos.  A través de la Accion Research (Investigación acción) tiende un puente entre la teoría del cambio y la práctica de la investigación en acción. Del campo de la física teórica recupera la noción de campo, cuyo fundamento epistemológico se centra en la posibilidad de explicar los procesos y propiedades de la acción.  Entiende el campo de fuerzas como un campo de distribución de fuerzas. Éste se integra por el campo psicológico, el campo de grupo y el campo social.
El campo psicológico se refiere a la modificación de la constelación de fuerzas en el espacio del campo de lo individual en una unidad con los tiempos experimentados por éste.  En este campo se pueden suscitar hechos que modifiquen o afecten los comportamientos individuales, biológicos y físicos.
En cambio el campo de grupo se define como el sistema de interdependencia entre los miembros y su dinámica estratégica. El campo de social, señala en contraparte tiene una doble cualidad por un lado, presenta un aspecto objetivo (cuadros sociales de comportamiento) y otro subjetivo que encierra percepción e integración cognitiva de factores.  La acción de modificación de un campo de fuerza se da a partir de un esquema de tres tiempos: 1) choque o des cristalización, 2) desplazamiento o ajuste, 3) institucionalización.
En la teoría del cambio de Lewin privilegia el registro de la conciencia, es decir la manera en que el individuo ve y percibe  los mundos físicos y sociales, que incluyen hechos, conceptos, creencias, deseos, etc. bajo su perspectiva del cambio, la acción es un acto colectivo y cognitivo por lo que la estrategia del interventor se orientaría a hacer un inventario de los hechos mediante una estrategia de de negociación política que sirva de puente para vincular la acción científica y su dispositivo de cambio.   Al estar inserto en la situación, el interventor debe tomar distancia de modo tal que se complete la triada: acción/investigación/formación.
En conclusión se puede señalar que este movimiento praxeológico apuntala la idea de que la fuente del conocimiento legítimo se alimenta de los cambios producidos en la organización que les afecta.
b. El modelo sistémico socio técnico
Minguet señala que la emergencia de la tecnología en la dinámica organizacional es un enigma en muchos niveles: la expresión de elección, de las decisiones y de la complejidad conjunta, la naturaleza de las transacciones sobre las fronteras entre el medio ambiente y la organización, la paridad entre las elecciones sociales y las elecciones técnicas.
Es a principios de los años 50, cuando la industria minera inglesa tiende a incorporar nuevas tecnologías para la producción. Ante las numerosas dificultades e imprevistos  de la inversión (bajos rendimientos comerciales, débil productividad, degradación del clima social), un equipo de TIHR (Instituto Taviscok de Relaciones Humanas) con Bion, Trist y Jaques se consagra. Su intervención pone en evidencia los aspectos sociales contrastantes y destacables del cambio técnico. Por un lado, se observa la desestructuración de equipos, el estallido de las unidades, el aislamiento de las menores caras del riego, la ausencia de coordinación entre la dirección y las unidades en el campo. Por otro lado, se eleva la resolución por ciertos equipos de su aislamiento, el rebasamiento de la falta de coordinación y cooperación, la emergencia de gestores más aptos y pertinentes para apoyar los recursos humanos y técnicos de los grupos de trabajo, el aprendizaje de la tecnología nueva. Frente a esta nueva realidad se elabora un modelo de intervención que tiende un puente entre el sistema humano y no humano de modo tal que los expertos en este tipo de intervención tienden a generar una intervención que equilibre la optimización de las necesidades de ambos sistemas. De modo que un sistema técnico implantado debe ser trasplantado  a un sistema social ideal.
Desde este modelo hay un reconocimiento de que los saberes y habilidades varían para los operadores de modo que es necesario introducir dos variables sustanciales la turbulencia del medio ambiente por un lado; y la flexibilidad por el otro. En el paradigma socio técnico se introduce una redundancia de funciones.
El mensaje teórico central es que los campos organizacionales varían grandemente en función de la naturaleza y de la importancia de estructuras relacionales y normativas que se desarrollan en el corazón de organizaciones. Seis factores determinantes y asociados se toman en cuenta, las zonas de autonomía, la variedad de actividades, el aprendizaje retroacción, el soporte y el respeto mutuos, el cultivo total del trabajo, el proyecto personal y profesional. La teoría de los sistemas socio técnico plantea  a la organización como:
·         Ser influencia para el medio ambiente externo y tener necesidad de reaccionar continuamente  y transformar en las entradas en salidas.
·         Tener que percibir a una organización de trabajo (Transformación de salidas en entradas) como una forma del sistema social y de un sistema técnico en interacción.
El objeto de la intervención socio técnica es la concepción integrada de la organización; ella se define como la creación voluntaria de un sistema competente para la modificación sistemática de todos los elementos de base: roles y estatus, modos de gestión, estructuras, flujos, tecnologías, estrategia. Para afectar el diseño organizacional, el dispositivo socio técnico moviliza:
·         Los actores se perciben como autónomos, con sus recursos disponibles.
·         El grupo es el corazón de la organización del trabajo.
·         La polivalencia y la multifuncionalidad en vista  de confeccionar los contextos estimulantes.
·         La regulación autónoma es propia de cada colectivo profesional.
·         La prescripción se reduce al mínimo
·         Las fronteras relajadas que aseguran un espacio y los recursos para la interdependencia de los grupos y los actores.
·         La negociación entre tres instancias paritarias: la patronal, los sindicatos, el poder público. Este dispositivo da lugar a diversas experimentaciones, de más en más sofisticadas, la rotación de puestos, el enriquecimiento de las tareas, el alargamiento de tareas, en fin el pilotaje de grupos semi-autónomos.
El mejor aporte teórico reside  en las dos nociones de eficiencia económica-socio tecnológica y la concepción integral del trabajo y de la organización. La gestión socio técnica se inscribe en una perspectiva societal que hace énfasis en los valores, la cultura política y la negociación colectiva.
c. El modelo de desarrollo organizacional
En los años sesenta, el pensamiento social vio su campo de aplicación en el desplazamiento de las comunidades circunscritas a organizaciones industriales y administrativas. La sociedad industrial atada a un lugar y sitio en una sociedad posindustrial: las interrogantes de una época son el punto de crecimiento de las organizaciones, las disfunciones y los bloqueos, la toma de decisiones, de la optimización. La puesta a la luz de los efectos del sistema, las funciones y los roles de los decisores en materia de gestión humana y el subsidio de recursos confortó la idea según la cual el aprendizaje de la gestión empresarial implicaba la adquisición de modelos de sociedades, de modelos de relaciones, de modelos  de conducta. 
Esto va más allá de una tentativa elaborada de actuar para los desarrollos metodológicos y profesionales en diversos campos de la sociedad. En una sociedad en expansión, los cambios, los valores van a la par con las demandas sociales emergentes, semejantes a la autonomía del trabajo, el crecimiento personal, la eficacia profesional, la realización de uno mismo. La experiencia profunda de un grupo pequeño, según el método  del laboratorio de desarrollo interpersonal en este crisol. Esta visión orientada sobre la realización de uno mismo procede de la tradición filosófica de John Dewey.
El Desarrollo Organizacional se afirma totalmente a lo largo de la década de los sesenta y contribuye  con los trabajos de Argyris, Likert, MacGrégor, Blake y Mouton, Herzberg, Fielder, Walton, Tannenbaun, Schein.
Este movimiento oferta una perspectiva general para promover en las organizaciones, semejante a los sistemas auto-correctivos, de manera que los actores aprendan a cooperar, a organizarse, a construir sus cambios según una variedad de medios, y esto, a favor de una eficacia organizacional. La intervención tiene por objetivo el establecimiento de un diagnóstico presente discutido y compartido con los dirigentes para enseguida introducir y conducir y evaluar un dispositivo de modo planificado. Beckckard define la estrategia Desarrollo Organizacional según una lista de jerarquía de componentes  indispensables. Ante los ojos de este autor el desarrollo organizacional es una inversión:
1)    Planificar
2)    Proporcional a la talla de la organización
3)    Administra en  lo alto
4)    En vista de mejorar la salud y la 5) eficacia de la organización
6)    Para las intervenciones coordinadas sobre los procesos de la organización
7)    Recurrir y adquirir los conocimientos del comportamiento organizacional.
A partir de esta definición, diversas contribuciones específicas  van a ser aportes, en particular en esto que concierne a la utilidad de la acción. Los objetivos específicos de la intervención son:
·         Crear un clima de confianza y de expresión para la canalización de las energías.
·         Mejorar el camino para la resolución de problemas por la confrontación entre los valores y los actos.
·         Situar las decisiones  lo más próximo a la información pertinente
·         Ser indulgentes con las anomalías virtuosas para tirar las lecciones
·         Argumentar a conciencia los fenómenos de grupo de acuerdo a la situación de la jerarquía, de liderazgo Legitimar las posiciones de terceras personas, de mediar en caso de conflicto.
·         Homologar e instituir los procesos de consultación, en particular sobre tres posturas del interventor: peritaje-valoración, terapéutico-mayéutica.
·         Insistir sobre la formación basada en la experiencia, sobre la creatividad sobre la producción, la negociación  y la reabsorción de los conflictos.
La búsqueda del desarrollo organizacional es intervenir sobre el estado de las estructuras, de las técnicas y las culturas pero introduciendo un sesgo determinante, un modelo único normativo de la organización desarrollada, una aceptación prescriptiva de la buena salud de la organización. Estos psicosociólogos identifican de entrada la felicidad de los individuos con la salud de las organizaciones ya que ellos no perciben ninguna contradicción entre la realización individual y la realización colectiva. Los objetivos individuales se deben integrar armoniosamente en los objetivos colectivos. Hoy día se admite la falsedad de este predicado. Esto es una encrucijada de doble confrontación que esta pretensión universal se va a difuminar. En primera, un vivo debate académico se está instaurando para poner al descubierto los presupuestos ideológicos y normativos del modelo de DO. En segundo, los aportes de otras corrientes de pensamiento (la socio-técnica, la contingente, el aprendizaje organizacional) van a ayudar a repensar el paradigma desarrollista.

d. El modelo de la contingencia estructural.
La teoría contingente está guiada por la hipótesis según la cual los componentes internos y propiedades de la organización están en recomposición permanente bajo la presión del medio ambiente. El objetivo de la intervención contingente es sostener los procesos de contextualización de la organización para la articulación entre la estrategia, la estructura, el medio ambiente.
Galbraith (1971) elabora tres principios de la teoría de la contingencia estructural: 1) no existe una única forma de organización; 2) todas las formas de organización no son equivalentes en eficacia; 3) la forma de organización está estrechamente asociada con la transacción con sus medios ambientes.  La primera significa que la gran variedad de formas de organización está ligada a la multiplicidad de objetivos, de medios y de misiones. La segunda, es un apoyo para la modestia del pensamiento y de la acción: la complejidad y la incertidumbre de las organizaciones reducen y nulifican una pretensión universal de dirigir los principios de la configuración.
Específicamente, las transformaciones inducidas por la incertidumbre, los movimientos, las tecnologías emiten las exigencias sobre las organizaciones más apremiantes que no pueden ser las exigencias resultantes de medios ambientes estables y previsibles. Las sub-unidades de las organizaciones se comportan de manera distinta. De otro modo diré, la variedad de tipos de medios ambientes conduce a una más o menos grande diferenciación interna. Si embargo, más la presión hacia la diferenciación es sensible, más el esfuerzo de integración de la parte de la estructura es indispensable para ganar en eficacia y reducir el riesgo de fragmentación o de olvido de las misiones.
La aproximación a la intervención contingente observa las siguientes reglas:
·         La adaptación de una organización no es solamente un problema económico, técnico, cultural: ella impone tomar en cuenta el principio de la realidad organizacional y de todo lo que represente un vector de desarrollo y de estabilización, de profundidad y de robustez, de tensión de fuerzas.
·         Esta realidad es constituida por un informe entre los grupos en la jerarquía y la proximidad.
·         El cambio organizacional supone la modificación de los informes, de las prácticas jerárquicas de la acción al lado de los juegos estratégicos y de las lógicas de los actores.
·         Las estrategias de cambio negociadas son las más satisfactorias porque son toleradas y aceptadas, a defecto de ser optimistas.
Para concluir, ponemos de manifiesto que el modelo de la contingencia en sus múltiples facetas (estrategia, estructura, medio ambiente, cultura, tecnología, forma, edad), conserva su vigor conceptual intacto entre la sociología de la intervención. Esta tradición de intervención está desplegada, tanto en las ciencias del hombre y la sociedad, como en las ciencias de la ingeniería y la gestión. A principios de los años 70, la teoría de la contingencia se difunde en la escuela de gestión y de ingenieros, después en los ciclos de las ciencias sociales. Si embargo, debo bien hacer notar las diferencias de fondo: el arte del ingeniero-consejero apunta hacia las estructuras y las contingencias para una racionalización de estructuras y la productividad.
e.  El modelo del aprendizaje organizacional
El término es a la vez sugestivo y enigmático: cómo una organización puede aprender a la par de los miembros que la componen? Así se presenta el desafío de esta corriente teórica que emerge a principios de los años 70, quien se consolida en los años 90 y que es tan familiar para los sociólogos, los economistas, los administradores. Si el concepto de aprendizaje aparece a la derecha de la tradición de la psicología, no es reciente que los analistas estén desarrollando en dirección de la secuencia de aprendizaje, los estados transitorios, los colectivos de aprendices, las reacciones de la organización en las resultantes azarosas  en el tratamiento de la complejidad de la organización.
Se entenderá por aprendizaje organizacional la adquisición bajo una forma estructurada o no, de un conjunto de percepciones, cogniciones y representaciones divididas por los miembros de una organización considerada. Estos elementos pueden ser vistos como las respuestas satisfactorias a las modificaciones del medio ambiente según la organización en la medida en que ellos están motivados a contribuir en la resolución de  conflictos, a la supervivencia, al crecimiento, a la diversificación. 
Los mejores aportes para la intervención son los siguientes:
·         El aprendizaje es resultante de la experiencia  directa, por la anomalía, por el fracaso.
·         La interpretación de la experiencia. Las lecciones de la acción organizada son trabajadas en vista de estar capitalizadas y transferidas. Este trabajo de interpretación en base a materiales (mitos, ritos, historias, esquemas, paradigmas, supersticiones), implica una tolerancia a la ambigüedad (los objetivos, los puntos de vista, los éxitos y los fracasos).
·         La memoria organizacional. Ella apunta a la construcción, el mantenimiento, la acumulación y la renovación del conocimiento, por las modificaciones del sistema y la movilidad de los individuos.
·         La movilización por transferencia directa entre los actores, por la difusión (supervisión, formación, tutorial), para la iniciación.
·         La ecología de la adquisición. El aprendizaje es contextual y colectivo: aprendemos en el mundo de aprendices, aprendemos a aprender, aprendemos a compartir con el prójimo los recursos, las lecciones de la experiencia, el saber-hacer.
·         El tratamiento adecuado de la información y su integración en el todo. Una doble lógica está en juego: la pertinencia de las informaciones colectivas y trazadas en informes con el campo de los objetos aprendidos, la coherencia como resultado obtenido de esta imbricación de las adquisiciones. Según semejante perspectiva, la construcción de un sistema de información toma lugar y espacio y es constitutiva de la organización.
Cómo concebir a las organizaciones que se sienten capaces de aprender de la misma manera que un cerebro?  La intervención se puede apoyar señala Minguet  sobre la metáfora  del pilotaje y luego sobre el arte de pilotear un proyecto, un cambio tecnológico, una reestructuración, etc., ella se apoya en la disciplina de modelización de sistemas, desarrollada en los años sesenta sobre la base de la teoría de servomecanismo y de control de la industria y de las ciudades.
Cuando actúa una organización aprendiz, no se revelan las disfunciones para recomendar una prescripción para apoyar la dinámica  de la autorregulación., Para Argyris y Schon, el nivel del explicación del cambio es interindividual; su intención es producir un saber mobilizable a fin de que los miembros de la organización modifiquen su manera de razonar para actuar, a fin de que la configuración se dote de una respuesta organizacional pertinente.
Ante los ojos de los promotores Argyris y Schon, es importante distinguir la teoría fija (los valores y las estrategias hacen el oficio de la profesión) de la teoría en uso (los valores y las estrategias efectivamente prácticas). Esta distancia es la fuente de la ineficacia. Ello se explica principalmente por el vigor y la permanencia de rutinas defensivas que se definen como toda política y toda práctica que evitan que los miembros de una organización sufran un gen, de percibir una amenaza y esto hace que les impida referenciar las causas. Cuando los problemas surgen, los actores pueden elaborar las respuestas de manera hábil, de consumar ciegamente. La teoría permite explicar porqué los individuos pueden manejar la teorías (convicciones, actitudes, valores) y al mismo tiempo elaborar las teorías sobre la acción verdadera (conductas, rutinas) y a la inversa cómo ellos pueden entablar las prácticas concretas (en su profesión, en sus relaciones) totalmente prodigar los discursos importantes distintos e incluso contrarios.
La consecuencia metodológica de esta distinción es capital: la simple modificación de la conducta de un individuo se apoya sobre un modo de resolución de la distancia bastante limitada de un aprendizaje simple.
El aprendizaje en doble sentido consiste en restablecer en doble profundidad los valores directrices (del equivalente del programa matriz) que guía las estrategias de acción. Ellos proceden a establecer cómo los actores pueden disponer de informaciones válidas para elegir los informes para la puesta en marcha de esas elecciones para poder reparar y corregir los errores. Desde el punto de vista de esta supuesta defensa, hacer las evaluaciones, emite sus atributos y testa su validez, invitando al otro  a confrontar su razonamiento y buscar la validez de testar sus atributos y evaluaciones (teorías en uso del modelo 2). Una organización aprende para conseguir realizar durablemente este ciclo de aprendizaje en doble sentido.
f. El modelo accionalista.
Se entiende bajo este término la  corriente representada por la sociología francesa de los movimientos sociales, de la acción y de la experiencia, sociología encarnada por Touraine y su equipo (Dubet y Wieworka). Éste desarrolla alrededor de los años 80 un modelo teórico propio de la intervención.
Minguet (2001) presenta la obra de Touraine distinguiendo dos principales conceptos: el primero es relativo a su representación analítica de la sociedad, el segundo es relativo a su representación de la acción. Porqué esta distinción. El primer conjunto es justificable de un análisis de las sociedades contemporáneas, de la transición de una sociedad industrial a una posindustrial, es decir de una sociología clásica centrada sobre los sistemas, las estructuras y las funciones, a una sociología centrada en los actores, los procesos, los conflictos centrales, los entre juegos societarios, los movimientos sociales. El segundo conjunto parte del predicado según el cual, la sociología de la acción necesita de un método de intervención para actuar con más proximidad con los nuevos movimientos sociales portadores de experiencias, de sentidos, de orientaciones culturales, de un mundo que se anuncia.
La definición de movimiento social, en su estricto sentido, posee tres propiedades de la acción colectiva: la defensa y la movilización de los intereses; la designación de un adversario y su referencia; y sobre todo, el llamado a la persecución activa de las orientaciones mayores y de los recursos culturales de una sociedad dada. Un ejemplo: el movimiento social obrero puede ser caracterizado por la defensa de los intereses (salariales), la negociación colectiva (con el patrón, los empleados), el control social de la economía (el progreso, el crecimiento, la racionalidad industrial, el trabajo). El  movimiento obrero aparece en el crepúsculo en las sociedades postindustriales, se puede registrar la afirmación de movimiento ecológico, de movimiento de mujeres, de movimiento regional, lo mismo que todo movimiento propio de una sociedad centralista. La  intervención es un dispositivo para estudiar la manera en que una sociedad es producida por sus actores fundándose en cuatro principios:
La situación de la investigación debe ponerse en relación con los actores de los movimientos sociales, en vista de una observación y de un análisis de las características y del entre juego cultural del conflicto. La intervención llevada al nivel de los grupos de militantes;
·         Ella debe descubrir los discursos ideológicos para asumir el compromiso con los participantes del grupo de intervención y en este título, considerar las situaciones en las cuales los diferentes socios/miembros (adversarios, dirigentes) se enfrentan;
·         Él actúa para localizar, en las conductas colectivas, las formas y los componentes fundamentales de todo movimiento social, a saber, el principio de la identidad, el principio de la oposición, el principio de la totalidad;
·         El método conjuga el análisis de un grupo militante y la acción específica del sociólogo ayuda para su dispositivo teórico. Esta exigencia última es esencial ya que prefigura la posibilidad de una sociología permanente fundada sobre la construcción de un cambio sí prolongado entre la acción y el análisis (1978).
La intervención comporta varias fases distintas, dinámicas para  procesos de flexión y apoyo sobre una tipología de estados sucesivos del grupo. El grupo de confrontación, el grupo testigo, el grupo figurativo, el grupo mixto, de auto interpretación  designando un mismo grupo en estados diferentes, en función de la intervención, de la confrontación de la intervención,  de las hipótesis y las observaciones, de la progresión del análisis.
El rol del interventor es el de buscador. Esto se acompaña de procesos de conversión, en el sentido de lo que el grupo militante identifique la imagen del movimiento social que procure el sentido más elevado de la acción colectiva. El buscador es un intérprete de las prácticas de los actores y un analista de las intenciones del movimiento social. En forma conjunta, una sociología permanente.
Touraine parte de un modelo de transformación de la sociedad, que él valida, para observar si funciona correctamente en la realidad. El movimiento social como la forma más elevada de la transformación, puede inaugurar desde las premisas elementales de un grupo social, compromisos, que  doten a sus practicantes de una capacidad colectiva para una conciencia aguda de sus sentidos, de su mensaje.
La intervención sociológica completa, a este título, una función ideológica y política, más allá de sus objetivos científicos y de sus intenciones. De una manera segura, la sociología permite a los actores de un conflicto, adquirir una visibilidad social para probar unir, por su rol de mediador,  la acción del grupo en un entre juego cultural, del trabajo, de la historicidad. La función de la intervención está fundada sobre la más grande capacidad de la sociedad y de los grupos que la componen a actuar sobre sí mismos y sobre su orientación. Su proyecto militante se ejerce luego entonces en dos direcciones complementarias. Por esto mismo hay siempre el deseo de convencer sobre la necesidad del análisis sociológico como una nueva arma teórica. Las obras del autor revelan una preocupación persistente, a veces punzante, concerniente al reconocimiento social de la sociología, de su sociología.
g. El modelo sicoanalítico, institucional
Este modelo de intervención es un movimiento heterogéneo que integra escuelas y de actores semejantes: la psicoterapia institucionales (Tosquelles), la pedagogía institucional (Ardoino), el socio análisis institucional (Mendel), el análisis institucional (Lourau, Hess, Lapassade). Es a principios de los años 60 cuando tiene auge esta corriente.
El análisis institucional tiene por objeto de estudio la institución, la intervención institucional tiene por vocación la polémica de lo instituido y el resurgimiento de lo instituyente.
En el marco de la filosofía y el psicoanálisis, la institución es definida como el conjunto de reglas sociales entre los individuos por lo menos bajo el ángulo económico y funcional que bajo la doble dimensión imaginaria y simbólica: su naturaleza no es estática pero si dialéctica, trabajando en permanencia con las fuerzas de lo instituido (ideología, normas, valores, orden estable) y las fuerzas de lo instituyente (deseos, necesidades, prácticas).
En resumen, el análisis institucional es visto como un método de búsqueda fundamental y un paso de participación en el cambio y sobre todo una renovación en causa frontal de una institución por sus propios miembros.
La originalidad e interés de este movimiento reside probablemente en esta suerte de crisol de componentes contradictorios.
Estas intervenciones tomaron su origen en el psicoanálisis y la pedagogía antes se difundieron en los años sesenta en la educación especializada, el campo religioso, el sindicalismo, la universidad, sin penetrar en las empresas.
Algunos rasgos se pueden desprender:
·         La existencia de una demanda local
·         Una relación mercantil
·         Una intención autogestionaria valorada en los funcionamientos cooperativos.
·         Un status de la intervención desplegada: analista y analizador, catalizador del cambio y objeto de la toma de distancia crítica.
·         Una situación de la intervención donde el analizador representa una miniaturización del cambio social. Por este medio, los socio/analistas quieren validar el concepto de analizador en el campo de la conciencia.
·         Una acepción de la institución como saturada de un imaginario social y simbólico.
·         Una rehabilitación del acontecimiento como fundador del vínculo social, como revelador de las tensiones sociales.
·         La construcción de una situación o la revelación (por la toma de la palabra, la manifestación) y el análisis se traducen con un vocablo idéntico: socio/análisis y analizador.
h. El modelo clínico analítico
Esta contribución sería fuertemente incompleta si ella se limitara estrictamente a las sociologías instituidas y sólo a la instancia cognitiva. Decimos de entrada: las familias teóricas constitutivas de la intervención sociológica son numerosas, se organizan dentro de numerosos campos. Conviene colocar este título en el epígrafe del movimiento clínico, frecuentemente llamado psicosociología integrando la psicosociología social clínica, la psicopatología, la psicodinámica, la sociología clínica. Entre estas corrientes y sus autores, circula un lenguaje común  estibado en un paradigma analítico.
Se  encuentran:
·         Los promotores de la formación y la intervención socio terapéutica tales como Bion y Jaques.
·         Los promotores de la intervención organizacional o institucional, tales como Enriquez y Dubost, Levy, Ardoino, Rouchy, Palmade.
Esta corriente emerge en los años  cincuenta y adquiere su status en los años sesenta. Aparece en tanto que ciencia y acción racional sobre los procesos de grupo, susceptible de adelantar el antagonismo entre individuo y sociedad. La dificultad no fue para menos, se sitúa en el aplastamiento de la psicología y la sociología, se legitima por sus producciones de conocimiento y por sus métodos. Más tarde, en los años setenta y ochenta, esta psicología clínica debe su autonomía a los confines de otros modelos como la sociología de las organizaciones. Hoy día su designación oscila entre la psicosociología y la sociología clínica.
El modelo clínico esta originalmente inspirado en los trabajos pioneros como los de Bion (1961) y de Jaques (1951). Su preocupación fue la de restablecer  la dimensión afectiva en el centro de los cambios individuales profundos afectando los cambios organizacionales. Ellos están interviniendo en una firma de ingenieros, firmas industriales, de ministerios, de agencias de la salud y de los servicios sociales.
La originalidad de Bion reside  en la acción comprometida a nivel de un pequeño grupo (pacientes, participantes en formación) y de la dinámica creada. Él tiene un conjunto de conceptos que permiten interpretar los componentes en el cruce de las lógicas individuales y la de las estructuras sociales. Tales son los conceptos de hipótesis de base, que influyen en el nivel inconsciente sobre los intercambios interindividuales y con la eficacia con la que el grupo se engancha a la tarea. Bion está profundamente influenciado por el psicoanálisis clásico (sobre todo aquel de M. Klein) y por la corriente dinámica de Lewin. En plan práctico, en las organizaciones, este modelo se centra  en el modo en que las personas, a nivel micro sociológico, reaccionan al cambio técnico y según cuales modalidades  los grupos pueden optimizar los recursos en vista de optimizar los sistemas socio/ técnicos. La filosofía colaborativa en el corazón de las orientaciones socio terapéuticas impulsa esta práctica de hacer que sus interlocutores exploren su potencial, sus recursos y por sí mismos, más allá de sus dificultades.
El interventor clínico no es un experimentador cognitivo (Lewin), él se presenta como un consejero, un facilitador.
Su método de intervención se apoya sobre el conjunto de los siguientes conceptos:
·         La tarea sofisticada: todo el grupo se estructura para realizar un objetivo, según las propias modalidades.
·         Los procesos de trabajo: esta actividad orientada del grupo es un sistema abierto.
·         El presupuesto de base: todo el grupo se orienta hacia y para una tarea susceptible de vivir las tensiones y las ansiedades, las defensas contra aquello. El presupuesto puede tomar tres formas al ataque/huida, la dependencia para con la autoridad, el emparejamiento entre los miembros).
Una segunda fuente útil puede estar localizada en E. Jaques (1951) gracias a su interpretación de su intervención en el medio industrial. Él elabora un método socio/analítico caracterizado por:
·         La defensa social: entendida como la confusión de roles por parte de los participantes en la organización.
·         Los tipos de ansiedad: paranoia, depresión.
·         Los procesos de consultación: el respeto al acuerdo de todos, el carácter público de los procederes
·         La marcación y la expresión de micro culturas profesionales.
·         La relación consultor/cliente: término entendido como el trabajo de analizar por lo que el interventor examina las resistencias a partir de hacer salidas y concordancias, en vista de disipar las ansiedades.
·         El préstamo del psicoanálisis: desapego del interventor, abstracción, explicación, flexibilidad de los procesos.
El estilo de intervención psicosociológica implica  actitudes éticas (Enríquez 1997, 1992; Dubost, 1987). Se puede definir en las propiedades siguientes esta psicosociología del cambio como elaboración (Enríquez, 1997):
·         Una óptica analítica.
·         Un cambio dentro y para la relación
·         Un grupo motor de cambio (grupo/sujeto)
·         Un cambio conjunto
·         Una importancia de la historia individual y colectiva
·         Un conjunto teórico exige poner a prueba los dispositivos, para sujetos individuales, lenguajes, simbólico e imaginario.
·         Una representación del sujeto fundada sobre una  interrogación sobre la identidad del reconocimiento de la alteridad, sobre un proceso de acción admitiendo la presencia de la violencia original, sobre la percepción aguda del conflicto interior, de los límites y las carencias, sobre el reconocimiento del inconsciente.
·         Una representación de la sociedad: la ausencia de respuesta social definitiva, la preocupación de que la unión y el tener juntas a las personas y la sociedad, la sublimación y la destrucción de los ídolos, la expresión de las pulsiones de la vida.
·         Una ambición: estimar lo íntimo en lo político, lo psicológico a lo organizacional, la experiencia a la reflexión.
Este movimiento de amplitud, fecundado en su producción intelectual está presente desde hace tiempo en las intervenciones en el seno de múltiples organizaciones (administración, rural, campo de la salud y lo social, formación de adultos). Se distingue netamente de otros modelos sociológicos citados y, en particular  los norteamericanos. Las intenciones operatorias, instrumentales y terapéuticas, arriba señalados, se otorgan fácilmente con el carácter instituido de las estructuras en juego.
Reflexiones finales
Llegamos a la parte final de nuestro trabajo y cerramos señalando que si bien los desarrollo de estos modelos nos presentan un campo complejo para la intervención en la medida en que no hay rutas seguras en cuanto a la aplicación de metodologías estándar, al mismo tiempo nos ofertan un nicho para pensar una trabajo de consultación en las organizaciones partiendo de algunos principios básicos:
·         La intervención definida como práctica profesional debe visualizarse como un proceso relacional situado espacial y temporalmente, y en donde los actores organizacionales implicados tienen la voluntad de querer reflexionar sobre sus problemáticas para propiciar estados mentales y ambientales propiciatorios de los cambios en la organización.
·         Como una práctica profesional la intervención en la organización debe contemplarse como un ejercicio cognitivo en el sentido de propiciar que los actores al sensibilizarse de la situación en la que están aprendan a reconocerse en sus fortalezas y debilidades para de esta forma estar en condiciones de producir un conocimiento de primera mano.
·         La intervención como práctica profesional debe reflexionarse en su dimensión política, ya que la puesta en marcha de dispositivos analizadores para que el grupo se reconozca generará estados de incertidumbre y angustia que será necesario conciliar a partir de la negociación y el sentido común del interventor. Si la intervención se piensa como un momento de interlocución y al mismo tiempo de tensión, será necesario asumir un rol de intermediario entre los deseos de los individuos y las prioridades de la organización.
·         La intervención como práctica profesional supone también una dimensión social, que involucra actores con diferentes perspectivas de la acción organizacional y en donde se traban un tejido de relaciones que demandan del investigador habilidades que van más allá de los fines objetivos que persigue con la intervención.
·         En el proceso de la intervención los cruces entre diferentes realidades y trayectorias se configura en un reto para el interventor en la medida en que este trabajo, que desde luego debería reivindicar la contingencia, la ambigüedad y la contradicción, se configura como un escenario en donde nada de lo que allí se discute y reflexiona será cristalizado en cambios definitorios y radicales, por el contrario, habrá que darle a este proceso y lo ello genera una carácter siempre provisional y azaroso en la medida en que ni las condiciones ni los deseos de sus integrantes tendrán también este carácter provisional.
·         La intervención debe ser visualizada entonces como un proceso siempre ad hoc, es decir a la medida de las realidades y circunstancias que rodean a los individuos y a la organización. Tratando de guardar una relación equilibrada que salve los intereses de ambos lados. Se volverá propiciatoria de este equilibrio en la medida en que cambie la táctica de búsqueda y lejos de reconocer las limitaciones y desventajas ayude a reconocer las partes bondadosas y acciones posibles dentro de la organización.    
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[1] Dra. en Estudios Organizacional por la UAM I. Profesora-investigadora de la Universidad Pedagógica Nacional, 291 Tlaxcala.