VII CONGRESO
INTERNACIONAL DE ANÁLISIS ORGANIZACIONAL: Organización y crisis: consecuencias
y desafíos.
Octubre 2009, Villahermosa,
Tabasco
Ponencia: Cambio y/o transformación
organizacional desde los modelos de intervención social. Retos y perspectivas
de análisis.
Mesa 10: Intervención y Cambio Organizacional
Presenta: Dra. Rosa Isela García Herrera[1]
Correo electrónico: rosaisela99@hotmail.com
Resumen
Este escrito tiene
como fin exponer algunas reflexiones en torno al desarrollo conceptual y
metodológico que ha tenido la noción de la intervención y cómo ésta se ha
configurado, en el seno de algunas disciplinas sociales , como una herramienta
pertinente para conducir los procesos de cambio y /o transformación en las
organizaciones sociales en sus diversas expresiones. Si bien es cierto que los
desarrollos teórico-metodológicos, no representan aún un campo homogéneo y
sistematizado en cuanto a su producción teórica y disciplinar, si expresa, por
lo menos así lo considero, un avance importante en materia de conocimiento
sobre este tema. Esto es, lo que hay en este campo es bastante enriquecedor y
por consiguiente útil, en términos de poder encauzar una línea de trabajo
muchos más pragmática y cuya orientación pueda perfilarse hacia la búsqueda de
conocimientos más próximos a lo que los sujetos viven en sus diferentes
realidades organizativas. La utopía del cambio señala Minguet (2001) ha sido
una constante en las ciencias sociales, particularmente en la sociología y la
psicología, donde se han hecho esfuerzos encomiables para concentrar en modelos
típico-ideales, diferentes metáforas teórico-prácticas para incidir en el
cambio y la transformación de las incertidumbres y ambigüedades de la sociedad
y sus organizaciones.
Expuesto esto, el
propósito principal de esta ponencia es hacer una presentación general de las
diferentes modélicas de intervención organizacional que se han elaborado en los
últimos tiempos (por menos de la década de los sesenta para acá), y que han
sido sobre todo, expresión y resultado de las preocupaciones de los
profesionistas albergados en este campo, para incidir en la modificación tanto
de las estructuras de la sociedad y la
organización como en los procesos accionales de los sujetos dentro de éstas.
Haremos un recorrido rápido, tomando como referencia la taxonomía que elabora
Guy Minguet acerca de los modelos de intervención que se han venido
desarrollando a partir de la década de los 60 y que sin lugar a duda
representan un desafío en términos de integrar un conjunto de conocimientos y
prácticas para la intervención.
Introducción
Este
escrito tiene como propósito exponer algunas reflexiones en torno al desarrollo
conceptual y metodológico que ha tenido
la noción de intervención en el campo de las ciencias sociales. De manera
particular se privilegia el campo de la sociología y la psicología como las disciplinas que quizá, por la
naturaleza compleja de su objeto de estudio, puedan ser un escenario (ejemplo) para
acercarnos a la particularidad de sus desarrollos teóricos en cuanto a la
construcción de un campo orientador de la práctica de la intervención y del que
se derivan desarrollos posteriores que hoy día se reivindican como importantes
–en cuanto a su utilidad transformativa- para incidir en la modificación tanto
los estados objetivos como los subjetivos de las organizaciones.
Minguet
(2001) señala, que la sociología de
algún modo ha estado tentada por una utopía, encontrar las llaves del cambio
social y de este modo reducir las incertidumbres de la vida social. Considera
que los esfuerzos han sido demasiados, pero sin embargo no lo suficientes para
resolver aún el camino correcto para orientar estos procesos de cambio. Las
demandas sociales rebasan en mucho las posibilidades explicativas y
transformativas de dicha disciplina, sin embargo, las intenciones para incidir
en los procesos de cambio han estado marcadas básicamente por dos orientaciones
generales: por un lado, la orientación del cambio a partir del descubrimiento
de las leyes generales del desarrollo histórico de la humanidad; por otro, la
intención del cambio a partir de la búsqueda de proposiciones que dan cuenta de
la pluralidad irreductible de los procesos de cambio, así como de su naturaleza
contingente y contradictoria.
Alrededor
de estas dos intenciones se han venido desarrollando sendas modélicas de
intervención social, mismas que se han
constituido en un parteaguas entre una sociología casi espectadora de la acción
social que legitima su hacer en los métodos de sistematización más rigurosa, y
una sociología que más allá de actitud vigilante rompe paradigmas convencionales
para plantarse el reto de legitimar la producción de conocimiento a partir de
establecer un nuevo vínculo con su objeto de intervención y propiciar entonces
una relación dinámica y contextuada de los procesos de cambio.
Reflexionado
lo anterior, la pretensión concreta de este trabajo radica en la pretensión de
presentar un panorama amplio y general de las particularidades de los
diferentes modelos de intervención que se han desarrollo de la década del
sesenta para acá, y que han marcado una pauta para revisar, si lo que estamos
dimensionando como una acción de intervención en las organizaciones se
circunscribe a lo que los protagonistas de estos desarrollos intelectuales han
sentado como la base del trabajo de la intervención, o si erramos el camino y
necesitamos recursar para enderezar las aristas de lo que estamos visualizando
como intervención.
Si
bien la ubicación de cada uno de estos modelos de intervención se imbrican en
metáforas construidas alrededor de la organización siendo de algún modo
marcadas por sus premisas teóricas, nos concentraremos al hacer este recorrido
de manera fundamental en las particularidades de la metodología y los roles que
el interventor se supone asume desde la visión de cada modelo.
I
La noción de intervención
La
noción de intervención tiene diversas acepciones, entre las que destaca la idea
de conceptualizar a la intervención como
un ejercicio profesional que integra una dimensión epistemológica, metodológica
y una práctica que coloca al profesional dentro de una especie de
sistema/cliente que emerge de la solicitud de uno o varios actores vinculados a
una situación donde se presentan momentos problemáticos y de tensión. En este
sentido el practicante/interventor, mediante un razonamiento profesional está
facultado para intervenir y participar de la situación bajo la anuencia de las
personas solicitantes. El desarrollo de la práctica de la intervención ha
tomado diferentes matices, es decir, dependiendo del campo de conocimiento
sistematizado y la particularidad de la situación, es como el interventor va a
trazar las líneas a seguir de modo tal que su desempeño, si bien está permeado
por los dispositivos ya elaborados, siempre representa ser un proceso por
construir.
Señala
Minguet que por el vocablo intervención, proveniente de las prácticas de los
ingenieros en las organizaciones, se puede entender una secuencia de fases
lógicas y encadenadas, según una regulación -un coloquio singular-, entre el
interventor y su interlocutor ligados en un mismo campo. La particularidad de
este ejercicio es que una vez hecha la solicitud y aceptada por el profesional,
éste en su carácter de interventor se coloca en el corazón de una situación
para cumplir un mandato, una misión. De modo que intervenir se puede apreciar como colocarse entre, es decir, el interventor se convierte en un
intermediario donde un tercero se beneficiará.
Aunque
no existen un campo homogéneo para la intervención, se pueden identificar un
espectro amplio de modelos típico-ideales que conjuntan de algún modo teorías,
hasta cierto punto, formalizadas sobre la sociedad y la acción. En vista de que no hay una teoría de la
intervención nosotros podemos construir una clasificación de las principales
familias teóricas las cuales proporcionan lenguajes analíticos propios para
actuar, comprender y explicar los hechos, los actores, las organizaciones y los
sistemas. Las teorías que presiden la intervención toman vida de la psicología
social, la sociología, la antropología,
la ciencia política, la economía u otras ciencias. Hablamos pues de ciencias
sociales y humanas que de acuerdo a su constitución, especialización y empresa
deben aportar a su edificación.
Vale
la pena señalar que no existe, un dispositivo de intervención que no vaya acompañado
de una metáfora tanto de la sociedad, como del hombre, la política y a manera
de ejemplo podemos citar las propuestas por Morgan (1996) quien en un esfuerzo
de sistematización y clasificación nos presenta un panorama amplio de todas las
que se han privilegiado en los estudios sobre las organizaciones. Así podríamos
citar otras más, quizá de carácter macro social que ponen en consonancia tanto
ideologías como deseos encontrados para propiciar cambios radicales en la
estructura social.
En
este sentido si la intervención es impensable sin un modelo de sociedad detrás,
nos avocaremos a revisar algunas modélicas de intervención que pueden ser un
referente útil para pensar en la ejecución del ejercicio profesional, que tal
vez, sin proponérselo, se ha convertido en un reto para los Estudios
Organizacionales. Reto que quizá nos conduzca a establecer el vínculo entre el
registro de la teoría y el registro de la acción.
Presentamos
entonces, con el apoyo de Minguet
algunos de los modelos que creemos son importantes en términos de
revisar este itinerario de la noción de intervención. Vale la pena señalar que en esta revisión no se
privilegia a alguno de ellos más que a otros, por el contrario, cada uno puede
representar un estilo único o bien todos una guía para orientar la práctica de
la intervención.
II
Los modelos de intervención y la particularidad de sus métodos
a. Modelo de la Investigación acción
Icono
de la metodología de la investigación acción, Kurt Lewin fue uno de los precursores que
sienta las bases, en el campo de la psicosociología, para la aplicación de una metodología cuyo eje
de acción es la intervención con
grupos. Fue el primero que con su teoría
del campo se desplaza del ámbito de la
persona al interface persona/grupo/medio
ambiente, hacia la interacción en una situación de los miembros de pequeños
grupos, comunidades urbanas y étnicas. Conjunta una práctica plural que abarca
dimensiones psicológicas, pedagógicas, clínicas, políticas, etc., esto quizá
por su condición de emigrante en los Estados Unidos. A través de la Accion Research (Investigación acción) tiende un puente entre la
teoría del cambio y la práctica de la investigación en acción. Del campo de la
física teórica recupera la noción de campo,
cuyo fundamento epistemológico se centra en la posibilidad de explicar los
procesos y propiedades de la acción.
Entiende el campo de fuerzas como un campo de distribución de fuerzas.
Éste se integra por el campo psicológico, el campo de grupo y el campo social.
El
campo psicológico se refiere a la modificación de la constelación de fuerzas en
el espacio del campo de lo individual en una unidad con los tiempos
experimentados por éste. En este campo
se pueden suscitar hechos que modifiquen o afecten los comportamientos
individuales, biológicos y físicos.
En
cambio el campo de grupo se define como el sistema de interdependencia entre
los miembros y su dinámica estratégica. El campo de social, señala en
contraparte tiene una doble cualidad por un lado, presenta un aspecto objetivo
(cuadros sociales de comportamiento) y otro subjetivo que encierra percepción e
integración cognitiva de factores. La
acción de modificación de un campo de fuerza se da a partir de un esquema de
tres tiempos: 1) choque o des cristalización, 2) desplazamiento o ajuste, 3)
institucionalización.
En
la teoría del cambio de Lewin privilegia el registro de la conciencia, es decir
la manera en que el individuo ve y percibe
los mundos físicos y sociales, que incluyen hechos, conceptos,
creencias, deseos, etc. bajo su perspectiva del cambio, la acción es un acto
colectivo y cognitivo por lo que la estrategia del interventor se orientaría a
hacer un inventario de los hechos mediante una estrategia de de negociación
política que sirva de puente para vincular la acción científica y su
dispositivo de cambio. Al estar inserto
en la situación, el interventor debe tomar distancia de modo tal que se
complete la triada: acción/investigación/formación.
En
conclusión se puede señalar que este movimiento praxeológico apuntala la idea
de que la fuente del conocimiento legítimo se alimenta de los cambios
producidos en la organización que les afecta.
b. El modelo sistémico socio técnico
Minguet
señala que la emergencia de la tecnología en la dinámica organizacional es un
enigma en muchos niveles: la expresión de elección, de las decisiones y de la
complejidad conjunta, la naturaleza de las transacciones sobre las fronteras
entre el medio ambiente y la organización, la paridad entre las elecciones
sociales y las elecciones técnicas.
Es a
principios de los años 50, cuando la industria minera inglesa tiende a
incorporar nuevas tecnologías para la producción. Ante las numerosas
dificultades e imprevistos de la
inversión (bajos rendimientos comerciales, débil productividad, degradación del
clima social), un equipo de TIHR (Instituto Taviscok de Relaciones Humanas) con
Bion, Trist y Jaques se consagra. Su intervención pone en evidencia los
aspectos sociales contrastantes y destacables del cambio técnico. Por un lado,
se observa la desestructuración de equipos, el estallido de las unidades, el
aislamiento de las menores caras del riego, la ausencia de coordinación entre
la dirección y las unidades en el campo. Por otro lado, se eleva la resolución
por ciertos equipos de su aislamiento, el rebasamiento de la falta de
coordinación y cooperación, la emergencia de gestores más aptos y pertinentes
para apoyar los recursos humanos y técnicos de los grupos de trabajo, el
aprendizaje de la tecnología nueva. Frente a esta nueva realidad se elabora un
modelo de intervención que tiende un puente entre el sistema humano y no humano
de modo tal que los expertos en este tipo de intervención tienden a generar una
intervención que equilibre la optimización de las necesidades de ambos
sistemas. De modo que un sistema técnico implantado debe ser trasplantado a un sistema social ideal.
Desde
este modelo hay un reconocimiento de que los saberes y habilidades varían para
los operadores de modo que es necesario introducir dos variables sustanciales
la turbulencia del medio ambiente por un lado; y la flexibilidad por el otro. En
el paradigma socio técnico se introduce una redundancia de funciones.
El
mensaje teórico central es que los campos organizacionales varían grandemente
en función de la naturaleza y de la importancia de estructuras relacionales y
normativas que se desarrollan en el corazón de organizaciones. Seis factores
determinantes y asociados se toman en cuenta, las zonas de autonomía, la
variedad de actividades, el aprendizaje retroacción, el soporte y el respeto
mutuos, el cultivo total del trabajo, el proyecto personal y profesional. La
teoría de los sistemas socio técnico plantea
a la organización como:
·
Ser influencia para el medio ambiente externo
y tener necesidad de reaccionar continuamente
y transformar en las entradas en salidas.
·
Tener que percibir a una organización de
trabajo (Transformación de salidas en entradas) como una forma del sistema
social y de un sistema técnico en interacción.
El
objeto de la intervención socio técnica es la concepción integrada de la
organización; ella se define como la creación voluntaria de un sistema
competente para la modificación sistemática de todos los elementos de base:
roles y estatus, modos de gestión, estructuras, flujos, tecnologías,
estrategia. Para afectar el diseño organizacional, el dispositivo socio técnico
moviliza:
·
Los actores se perciben como autónomos, con
sus recursos disponibles.
·
El grupo es el corazón de la organización del
trabajo.
·
La polivalencia y la multifuncionalidad en
vista de confeccionar los contextos
estimulantes.
·
La regulación autónoma es propia de cada
colectivo profesional.
·
La prescripción se reduce al mínimo
·
Las fronteras relajadas que aseguran un
espacio y los recursos para la interdependencia de los grupos y los actores.
·
La negociación entre tres instancias
paritarias: la patronal, los sindicatos, el poder público. Este dispositivo da
lugar a diversas experimentaciones, de más en más sofisticadas, la rotación de
puestos, el enriquecimiento de las tareas, el alargamiento de tareas, en fin el
pilotaje de grupos semi-autónomos.
El
mejor aporte teórico reside en las dos
nociones de eficiencia económica-socio tecnológica y la concepción integral del
trabajo y de la organización. La gestión socio técnica se inscribe en una
perspectiva societal que hace énfasis en los valores, la cultura política y la
negociación colectiva.
c. El modelo de desarrollo organizacional
En
los años sesenta, el pensamiento social vio su campo de aplicación en el
desplazamiento de las comunidades circunscritas a organizaciones industriales y
administrativas. La sociedad industrial atada a un lugar y sitio en una
sociedad posindustrial: las interrogantes de una época son el punto de
crecimiento de las organizaciones, las disfunciones y los bloqueos, la toma de
decisiones, de la optimización. La puesta a la luz de los efectos del sistema,
las funciones y los roles de los decisores en materia de gestión humana y el
subsidio de recursos confortó la idea según la cual el aprendizaje de la
gestión empresarial implicaba la adquisición de modelos de sociedades, de
modelos de relaciones, de modelos de
conducta.
Esto
va más allá de una tentativa elaborada de actuar para los desarrollos
metodológicos y profesionales en diversos campos de la sociedad. En una
sociedad en expansión, los cambios, los valores van a la par con las demandas
sociales emergentes, semejantes a la autonomía del trabajo, el crecimiento
personal, la eficacia profesional, la realización de uno mismo. La experiencia
profunda de un grupo pequeño, según el método
del laboratorio de desarrollo interpersonal en este crisol. Esta visión
orientada sobre la realización de uno mismo procede de la tradición filosófica
de John Dewey.
El
Desarrollo Organizacional se afirma totalmente a lo largo de la década de los
sesenta y contribuye con los trabajos de
Argyris, Likert, MacGrégor, Blake y Mouton, Herzberg, Fielder, Walton,
Tannenbaun, Schein.
Este
movimiento oferta una perspectiva general para promover en las organizaciones,
semejante a los sistemas auto-correctivos, de manera que los actores aprendan a
cooperar, a organizarse, a construir sus cambios según una variedad de medios,
y esto, a favor de una eficacia organizacional. La intervención tiene por
objetivo el establecimiento de un diagnóstico presente discutido y compartido
con los dirigentes para enseguida introducir y conducir y evaluar un
dispositivo de modo planificado. Beckckard define la estrategia Desarrollo
Organizacional según una lista de jerarquía de componentes indispensables. Ante los ojos de este autor
el desarrollo organizacional es una inversión:
1) Planificar
2) Proporcional
a la talla de la organización
3) Administra
en lo alto
4) En
vista de mejorar la salud y la 5) eficacia de la organización
6) Para
las intervenciones coordinadas sobre los procesos de la organización
7) Recurrir
y adquirir los conocimientos del comportamiento organizacional.
A
partir de esta definición, diversas contribuciones específicas van a ser aportes, en particular en esto que
concierne a la utilidad de la acción. Los objetivos específicos de la
intervención son:
·
Crear un clima de confianza y de expresión
para la canalización de las energías.
·
Mejorar el camino para la resolución de
problemas por la confrontación entre los valores y los actos.
·
Situar las decisiones lo más próximo a la información pertinente
·
Ser indulgentes con las anomalías virtuosas
para tirar las lecciones
·
Argumentar a conciencia los fenómenos de
grupo de acuerdo a la situación de la jerarquía, de liderazgo Legitimar las
posiciones de terceras personas, de mediar en caso de conflicto.
·
Homologar e instituir los procesos de
consultación, en particular sobre tres posturas del interventor: peritaje-valoración,
terapéutico-mayéutica.
·
Insistir sobre la formación basada en la
experiencia, sobre la creatividad sobre la producción, la negociación y la reabsorción de los conflictos.
La
búsqueda del desarrollo organizacional es intervenir sobre el estado de las
estructuras, de las técnicas y las culturas pero introduciendo un sesgo
determinante, un modelo único normativo de la organización desarrollada, una
aceptación prescriptiva de la buena salud de la organización. Estos
psicosociólogos identifican de entrada la felicidad de los individuos con la
salud de las organizaciones ya que ellos no perciben ninguna contradicción
entre la realización individual y la realización colectiva. Los objetivos
individuales se deben integrar armoniosamente en los objetivos colectivos. Hoy
día se admite la falsedad de este predicado. Esto es una encrucijada de doble
confrontación que esta pretensión universal se va a difuminar. En primera, un
vivo debate académico se está instaurando para poner al descubierto los
presupuestos ideológicos y normativos del modelo de DO. En segundo, los aportes
de otras corrientes de pensamiento (la socio-técnica, la contingente, el
aprendizaje organizacional) van a ayudar a repensar el paradigma desarrollista.
d. El modelo de la contingencia
estructural.
La
teoría contingente está guiada por la hipótesis según la cual los componentes
internos y propiedades de la organización están en recomposición permanente
bajo la presión del medio ambiente. El objetivo de la intervención contingente
es sostener los procesos de contextualización de la organización para la
articulación entre la estrategia, la estructura, el medio ambiente.
Galbraith
(1971) elabora tres principios de la teoría de la contingencia estructural: 1)
no existe una única forma de organización; 2) todas las formas de organización
no son equivalentes en eficacia; 3) la forma de organización está estrechamente
asociada con la transacción con sus medios ambientes. La primera significa que la gran variedad de
formas de organización está ligada a la multiplicidad de objetivos, de medios y
de misiones. La segunda, es un apoyo para la modestia del pensamiento y de la acción:
la complejidad y la incertidumbre de las organizaciones reducen y nulifican una
pretensión universal de dirigir los principios de la configuración.
Específicamente,
las transformaciones inducidas por la incertidumbre, los movimientos, las
tecnologías emiten las exigencias sobre las organizaciones más apremiantes que
no pueden ser las exigencias resultantes de medios ambientes estables y
previsibles. Las sub-unidades de las organizaciones se comportan de manera
distinta. De otro modo diré, la variedad de tipos de medios ambientes conduce a
una más o menos grande diferenciación interna. Si embargo, más la presión hacia
la diferenciación es sensible, más el esfuerzo de integración de la parte de la
estructura es indispensable para ganar en eficacia y reducir el riesgo de
fragmentación o de olvido de las misiones.
La
aproximación a la intervención contingente observa las siguientes reglas:
·
La adaptación de una organización no es
solamente un problema económico, técnico, cultural: ella impone tomar en cuenta
el principio de la realidad organizacional y de todo lo que represente un
vector de desarrollo y de estabilización, de profundidad y de robustez, de
tensión de fuerzas.
·
Esta realidad es constituida por un informe
entre los grupos en la jerarquía y la proximidad.
·
El cambio organizacional supone la
modificación de los informes, de las prácticas jerárquicas de la acción al lado
de los juegos estratégicos y de las lógicas de los actores.
·
Las estrategias de cambio negociadas son las
más satisfactorias porque son toleradas y aceptadas, a defecto de ser
optimistas.
Para
concluir, ponemos de manifiesto que el modelo de la contingencia en sus
múltiples facetas (estrategia, estructura, medio ambiente, cultura, tecnología,
forma, edad), conserva su vigor conceptual intacto entre la sociología de la
intervención. Esta tradición de intervención está desplegada, tanto en las
ciencias del hombre y la sociedad, como en las ciencias de la ingeniería y la
gestión. A principios de los años 70, la teoría de la contingencia se difunde
en la escuela de gestión y de ingenieros, después en los ciclos de las ciencias
sociales. Si embargo, debo bien hacer notar las diferencias de fondo: el arte
del ingeniero-consejero apunta hacia las estructuras y las contingencias para
una racionalización de estructuras y la productividad.
e. El modelo del aprendizaje organizacional
El
término es a la vez sugestivo y enigmático: cómo una organización puede
aprender a la par de los miembros que la componen? Así se presenta el desafío
de esta corriente teórica que emerge a principios de los años 70, quien se
consolida en los años 90 y que es tan familiar para los sociólogos, los
economistas, los administradores. Si el concepto de aprendizaje aparece a la
derecha de la tradición de la psicología, no es reciente que los analistas
estén desarrollando en dirección de la secuencia de aprendizaje, los estados
transitorios, los colectivos de aprendices, las reacciones de la organización
en las resultantes azarosas en el
tratamiento de la complejidad de la organización.
Se
entenderá por aprendizaje organizacional la adquisición bajo una forma
estructurada o no, de un conjunto de percepciones, cogniciones y
representaciones divididas por los miembros de una organización considerada.
Estos elementos pueden ser vistos como las respuestas satisfactorias a las
modificaciones del medio ambiente según la organización en la medida en que
ellos están motivados a contribuir en la resolución de conflictos, a la supervivencia, al
crecimiento, a la diversificación.
Los
mejores aportes para la intervención son los siguientes:
·
El aprendizaje es resultante de la
experiencia directa, por la anomalía,
por el fracaso.
·
La interpretación de la experiencia. Las
lecciones de la acción organizada son trabajadas en vista de estar
capitalizadas y transferidas. Este trabajo de interpretación en base a
materiales (mitos, ritos, historias, esquemas, paradigmas, supersticiones),
implica una tolerancia a la ambigüedad (los objetivos, los puntos de vista, los
éxitos y los fracasos).
·
La memoria organizacional. Ella apunta a la
construcción, el mantenimiento, la acumulación y la renovación del
conocimiento, por las modificaciones del sistema y la movilidad de los
individuos.
·
La movilización por transferencia directa
entre los actores, por la difusión (supervisión, formación, tutorial), para la
iniciación.
·
La ecología de la adquisición. El aprendizaje
es contextual y colectivo: aprendemos en el mundo de aprendices, aprendemos a
aprender, aprendemos a compartir con el prójimo los recursos, las lecciones de
la experiencia, el saber-hacer.
·
El tratamiento adecuado de la información y
su integración en el todo. Una doble lógica está en juego: la pertinencia de
las informaciones colectivas y trazadas en informes con el campo de los objetos
aprendidos, la coherencia como resultado obtenido de esta imbricación de las
adquisiciones. Según semejante perspectiva, la construcción de un sistema de
información toma lugar y espacio y es constitutiva de la organización.
Cómo
concebir a las organizaciones que se sienten capaces de aprender de la misma
manera que un cerebro? La intervención
se puede apoyar señala Minguet sobre la
metáfora del pilotaje y luego sobre el
arte de pilotear un proyecto, un cambio tecnológico, una reestructuración,
etc., ella se apoya en la disciplina de modelización de sistemas, desarrollada
en los años sesenta sobre la base de la teoría de servomecanismo y de control
de la industria y de las ciudades.
Cuando
actúa una organización aprendiz, no se revelan las disfunciones para recomendar
una prescripción para apoyar la dinámica
de la autorregulación., Para Argyris y Schon, el nivel del explicación
del cambio es interindividual; su intención es producir un saber mobilizable a
fin de que los miembros de la organización modifiquen su manera de razonar para
actuar, a fin de que la configuración se dote de una respuesta organizacional
pertinente.
Ante
los ojos de los promotores Argyris y Schon, es importante distinguir la teoría
fija (los valores y las estrategias hacen el oficio de la profesión) de la
teoría en uso (los valores y las estrategias efectivamente prácticas). Esta
distancia es la fuente de la ineficacia. Ello se explica principalmente por el
vigor y la permanencia de rutinas defensivas que se definen como toda política
y toda práctica que evitan que los miembros de una organización sufran un gen,
de percibir una amenaza y esto hace que les impida referenciar las causas.
Cuando los problemas surgen, los actores pueden elaborar las respuestas de
manera hábil, de consumar ciegamente. La teoría permite explicar porqué los
individuos pueden manejar la teorías (convicciones, actitudes, valores) y al
mismo tiempo elaborar las teorías sobre la acción verdadera (conductas,
rutinas) y a la inversa cómo ellos pueden entablar las prácticas concretas (en
su profesión, en sus relaciones) totalmente prodigar los discursos importantes
distintos e incluso contrarios.
La
consecuencia metodológica de esta distinción es capital: la simple modificación
de la conducta de un individuo se apoya sobre un modo de resolución de la
distancia bastante limitada de un aprendizaje simple.
El
aprendizaje en doble sentido consiste en restablecer en doble profundidad los
valores directrices (del equivalente del programa matriz) que guía las
estrategias de acción. Ellos proceden a establecer cómo los actores pueden
disponer de informaciones válidas para elegir los informes para la puesta en
marcha de esas elecciones para poder reparar y corregir los errores. Desde el
punto de vista de esta supuesta defensa, hacer las evaluaciones, emite sus
atributos y testa su validez, invitando al otro
a confrontar su razonamiento y buscar la validez de testar sus atributos
y evaluaciones (teorías en uso del modelo 2). Una organización aprende para
conseguir realizar durablemente este ciclo de aprendizaje en doble sentido.
f. El modelo accionalista.
Se
entiende bajo este término la corriente
representada por la sociología francesa de los movimientos sociales, de la
acción y de la experiencia, sociología encarnada por Touraine y su equipo
(Dubet y Wieworka). Éste desarrolla alrededor de los años 80 un modelo teórico
propio de la intervención.
Minguet
(2001) presenta la obra de Touraine distinguiendo dos principales conceptos: el
primero es relativo a su representación analítica de la sociedad, el segundo es
relativo a su representación de la acción. Porqué esta distinción. El primer
conjunto es justificable de un análisis de las sociedades contemporáneas, de la
transición de una sociedad industrial a una posindustrial, es decir de una
sociología clásica centrada sobre los sistemas, las estructuras y las
funciones, a una sociología centrada en los actores, los procesos, los
conflictos centrales, los entre juegos societarios, los movimientos sociales.
El segundo conjunto parte del predicado según el cual, la sociología de la
acción necesita de un método de intervención para actuar con más proximidad con
los nuevos movimientos sociales portadores de experiencias, de sentidos, de
orientaciones culturales, de un mundo que se anuncia.
La
definición de movimiento social, en su estricto sentido, posee tres propiedades
de la acción colectiva: la defensa y la movilización de los intereses; la
designación de un adversario y su referencia; y sobre todo, el llamado a la
persecución activa de las orientaciones mayores y de los recursos culturales de
una sociedad dada. Un ejemplo: el movimiento social obrero puede ser
caracterizado por la defensa de los intereses (salariales), la negociación
colectiva (con el patrón, los empleados), el control social de la economía (el
progreso, el crecimiento, la racionalidad industrial, el trabajo). El movimiento obrero aparece en el crepúsculo en
las sociedades postindustriales, se puede registrar la afirmación de movimiento
ecológico, de movimiento de mujeres, de movimiento regional, lo mismo que todo
movimiento propio de una sociedad centralista. La intervención es un dispositivo para estudiar
la manera en que una sociedad es producida por sus actores fundándose en cuatro
principios:
La
situación de la investigación debe ponerse en relación con los actores de los
movimientos sociales, en vista de una observación y de un análisis de las
características y del entre juego cultural del conflicto. La intervención
llevada al nivel de los grupos de militantes;
·
Ella debe descubrir los discursos ideológicos
para asumir el compromiso con los participantes del grupo de intervención y en
este título, considerar las situaciones en las cuales los diferentes
socios/miembros (adversarios, dirigentes) se enfrentan;
·
Él actúa para localizar, en las conductas
colectivas, las formas y los componentes fundamentales de todo movimiento
social, a saber, el principio de la identidad, el principio de la oposición, el
principio de la totalidad;
·
El método conjuga el análisis de un grupo
militante y la acción específica del sociólogo ayuda para su dispositivo teórico.
Esta exigencia última es esencial ya que prefigura la posibilidad de una
sociología permanente fundada sobre la construcción de un cambio sí prolongado
entre la acción y el análisis (1978).
La
intervención comporta varias fases distintas, dinámicas para procesos de flexión y apoyo sobre una
tipología de estados sucesivos del grupo. El grupo de confrontación, el grupo
testigo, el grupo figurativo, el grupo mixto, de auto interpretación designando un mismo grupo en estados
diferentes, en función de la intervención, de la confrontación de la
intervención, de las hipótesis y las
observaciones, de la progresión del análisis.
El
rol del interventor es el de buscador. Esto se acompaña de procesos de
conversión, en el sentido de lo que el grupo militante identifique la imagen
del movimiento social que procure el sentido más elevado de la acción
colectiva. El buscador es un intérprete de las prácticas de los actores y un
analista de las intenciones del movimiento social. En forma conjunta, una
sociología permanente.
Touraine
parte de un modelo de transformación de la sociedad, que él valida, para
observar si funciona correctamente en la realidad. El movimiento social como la
forma más elevada de la transformación, puede inaugurar desde las premisas
elementales de un grupo social, compromisos, que doten a sus practicantes de una capacidad
colectiva para una conciencia aguda de sus sentidos, de su mensaje.
La
intervención sociológica completa, a este título, una función ideológica y
política, más allá de sus objetivos científicos y de sus intenciones. De una
manera segura, la sociología permite a los actores de un conflicto, adquirir
una visibilidad social para probar unir, por su rol de mediador, la acción del grupo en un entre juego
cultural, del trabajo, de la historicidad. La función de la intervención está
fundada sobre la más grande capacidad de la sociedad y de los grupos que la
componen a actuar sobre sí mismos y sobre su orientación. Su proyecto militante
se ejerce luego entonces en dos direcciones complementarias. Por esto mismo hay
siempre el deseo de convencer sobre la necesidad del análisis sociológico como
una nueva arma teórica. Las obras del autor revelan una preocupación
persistente, a veces punzante, concerniente al reconocimiento social de la sociología,
de su sociología.
g. El modelo sicoanalítico, institucional
Este
modelo de intervención es un movimiento heterogéneo que integra escuelas y de
actores semejantes: la psicoterapia institucionales (Tosquelles), la pedagogía
institucional (Ardoino), el socio análisis institucional (Mendel), el análisis
institucional (Lourau, Hess, Lapassade). Es a principios de los años 60 cuando
tiene auge esta corriente.
El
análisis institucional tiene por objeto de estudio la institución, la
intervención institucional tiene por vocación la polémica de lo instituido y el
resurgimiento de lo instituyente.
En
el marco de la filosofía y el psicoanálisis, la institución es definida como el
conjunto de reglas sociales entre los individuos por lo menos bajo el ángulo económico
y funcional que bajo la doble dimensión imaginaria y simbólica: su naturaleza
no es estática pero si dialéctica, trabajando en permanencia con las fuerzas de
lo instituido (ideología, normas, valores, orden estable) y las fuerzas de lo
instituyente (deseos, necesidades, prácticas).
En
resumen, el análisis institucional es visto como un método de búsqueda
fundamental y un paso de participación en el cambio y sobre todo una renovación
en causa frontal de una institución por sus propios miembros.
La
originalidad e interés de este movimiento reside probablemente en esta suerte
de crisol de componentes contradictorios.
Estas
intervenciones tomaron su origen en el psicoanálisis y la pedagogía antes se
difundieron en los años sesenta en la educación especializada, el campo
religioso, el sindicalismo, la universidad, sin penetrar en las empresas.
Algunos
rasgos se pueden desprender:
·
La existencia de una demanda local
·
Una relación mercantil
·
Una intención autogestionaria valorada en los
funcionamientos cooperativos.
·
Un status de la intervención desplegada:
analista y analizador, catalizador del cambio y objeto de la toma de distancia
crítica.
·
Una situación de la intervención donde el
analizador representa una miniaturización del cambio social. Por este medio, los
socio/analistas quieren validar el concepto de analizador en el campo de la
conciencia.
·
Una acepción de la institución como saturada
de un imaginario social y simbólico.
·
Una rehabilitación del acontecimiento como
fundador del vínculo social, como revelador de las tensiones sociales.
·
La construcción de una situación o la
revelación (por la toma de la palabra, la manifestación) y el análisis se
traducen con un vocablo idéntico: socio/análisis y analizador.
h. El modelo clínico analítico
Esta
contribución sería fuertemente incompleta si ella se limitara estrictamente a
las sociologías instituidas y sólo a la instancia cognitiva. Decimos de
entrada: las familias teóricas constitutivas de la intervención sociológica son
numerosas, se organizan dentro de numerosos campos. Conviene colocar este
título en el epígrafe del movimiento clínico, frecuentemente llamado
psicosociología integrando la psicosociología social clínica, la
psicopatología, la psicodinámica, la sociología clínica. Entre estas corrientes
y sus autores, circula un lenguaje común
estibado en un paradigma analítico.
Se encuentran:
·
Los promotores de la formación y la
intervención socio terapéutica tales como Bion y Jaques.
·
Los promotores de la intervención
organizacional o institucional, tales como Enriquez y Dubost, Levy, Ardoino,
Rouchy, Palmade.
Esta
corriente emerge en los años cincuenta y
adquiere su status en los años sesenta. Aparece en tanto que ciencia y acción
racional sobre los procesos de grupo, susceptible de adelantar el antagonismo
entre individuo y sociedad. La dificultad no fue para menos, se sitúa en el
aplastamiento de la psicología y la sociología, se legitima por sus
producciones de conocimiento y por sus métodos. Más tarde, en los años setenta
y ochenta, esta psicología clínica debe su autonomía a los confines de otros
modelos como la sociología de las organizaciones. Hoy día su designación oscila
entre la psicosociología y la sociología clínica.
El
modelo clínico esta originalmente inspirado en los trabajos pioneros como los
de Bion (1961) y de Jaques (1951). Su preocupación fue la de restablecer la dimensión afectiva en el centro de los
cambios individuales profundos afectando los cambios organizacionales. Ellos
están interviniendo en una firma de ingenieros, firmas industriales, de
ministerios, de agencias de la salud y de los servicios sociales.
La
originalidad de Bion reside en la acción
comprometida a nivel de un pequeño grupo (pacientes, participantes en
formación) y de la dinámica creada. Él tiene un conjunto de conceptos que
permiten interpretar los componentes en el cruce de las lógicas individuales y
la de las estructuras sociales. Tales son los conceptos de hipótesis de base,
que influyen en el nivel inconsciente sobre los intercambios interindividuales
y con la eficacia con la que el grupo se engancha a la tarea. Bion está
profundamente influenciado por el psicoanálisis clásico (sobre todo aquel de M.
Klein) y por la corriente dinámica de Lewin. En plan práctico, en las
organizaciones, este modelo se centra en
el modo en que las personas, a nivel micro sociológico, reaccionan al cambio
técnico y según cuales modalidades los
grupos pueden optimizar los recursos en vista de optimizar los sistemas socio/
técnicos. La filosofía colaborativa en el corazón de las orientaciones socio
terapéuticas impulsa esta práctica de hacer que sus interlocutores exploren su
potencial, sus recursos y por sí mismos, más allá de sus dificultades.
El
interventor clínico no es un experimentador cognitivo (Lewin), él se presenta
como un consejero, un facilitador.
Su
método de intervención se apoya sobre el conjunto de los siguientes conceptos:
·
La tarea sofisticada: todo el grupo se
estructura para realizar un objetivo, según las propias modalidades.
·
Los procesos de trabajo: esta actividad
orientada del grupo es un sistema abierto.
·
El presupuesto de base: todo el grupo se
orienta hacia y para una tarea susceptible de vivir las tensiones y las
ansiedades, las defensas contra aquello. El presupuesto puede tomar tres formas
al ataque/huida, la dependencia para con la autoridad, el emparejamiento entre
los miembros).
Una
segunda fuente útil puede estar localizada en E. Jaques (1951) gracias a su
interpretación de su intervención en el medio industrial. Él elabora un método
socio/analítico caracterizado por:
·
La defensa social: entendida como la
confusión de roles por parte de los participantes en la organización.
·
Los tipos de ansiedad: paranoia, depresión.
·
Los procesos de consultación: el respeto al
acuerdo de todos, el carácter público de los procederes
·
La marcación y la expresión de micro culturas
profesionales.
·
La relación consultor/cliente: término
entendido como el trabajo de analizar por lo que el interventor examina las
resistencias a partir de hacer salidas y concordancias, en vista de disipar las
ansiedades.
·
El préstamo del psicoanálisis: desapego del
interventor, abstracción, explicación, flexibilidad de los procesos.
El
estilo de intervención psicosociológica implica
actitudes éticas (Enríquez 1997, 1992; Dubost, 1987). Se puede definir
en las propiedades siguientes esta psicosociología del cambio como elaboración
(Enríquez, 1997):
·
Una óptica analítica.
·
Un cambio dentro y para la relación
·
Un grupo motor de cambio (grupo/sujeto)
·
Un cambio conjunto
·
Una importancia de la historia individual y
colectiva
·
Un conjunto teórico exige poner a prueba los
dispositivos, para sujetos individuales, lenguajes, simbólico e imaginario.
·
Una representación del sujeto fundada sobre
una interrogación sobre la identidad del
reconocimiento de la alteridad, sobre un proceso de acción admitiendo la
presencia de la violencia original, sobre la percepción aguda del conflicto
interior, de los límites y las carencias, sobre el reconocimiento del
inconsciente.
·
Una representación de la sociedad: la
ausencia de respuesta social definitiva, la preocupación de que la unión y el
tener juntas a las personas y la sociedad, la sublimación y la destrucción de
los ídolos, la expresión de las pulsiones de la vida.
·
Una ambición: estimar lo íntimo en lo
político, lo psicológico a lo organizacional, la experiencia a la reflexión.
Este
movimiento de amplitud, fecundado en su producción intelectual está presente
desde hace tiempo en las intervenciones en el seno de múltiples organizaciones
(administración, rural, campo de la salud y lo social, formación de adultos).
Se distingue netamente de otros modelos sociológicos citados y, en particular los norteamericanos. Las intenciones
operatorias, instrumentales y terapéuticas, arriba señalados, se otorgan
fácilmente con el carácter instituido de las estructuras en juego.
Reflexiones
finales
Llegamos
a la parte final de nuestro trabajo y cerramos señalando que si bien los
desarrollo de estos modelos nos presentan un campo complejo para la
intervención en la medida en que no hay rutas seguras en cuanto a la aplicación
de metodologías estándar, al mismo tiempo nos ofertan un nicho para pensar una
trabajo de consultación en las organizaciones partiendo de algunos principios
básicos:
·
La intervención definida como práctica
profesional debe visualizarse como un proceso relacional situado espacial y
temporalmente, y en donde los actores organizacionales implicados tienen la
voluntad de querer reflexionar sobre sus problemáticas para propiciar estados
mentales y ambientales propiciatorios de los cambios en la organización.
·
Como una práctica profesional la intervención
en la organización debe contemplarse como un ejercicio cognitivo en el sentido
de propiciar que los actores al sensibilizarse de la situación en la que están
aprendan a reconocerse en sus fortalezas y debilidades para de esta forma estar
en condiciones de producir un conocimiento de primera mano.
·
La intervención como práctica profesional
debe reflexionarse en su dimensión política, ya que la puesta en marcha de
dispositivos analizadores para que el grupo se reconozca generará estados de
incertidumbre y angustia que será necesario conciliar a partir de la negociación
y el sentido común del interventor. Si la intervención se piensa como un
momento de interlocución y al mismo tiempo de tensión, será necesario asumir un
rol de intermediario entre los deseos de los individuos y las prioridades de la
organización.
·
La intervención como práctica profesional
supone también una dimensión social, que involucra actores con diferentes
perspectivas de la acción organizacional y en donde se traban un tejido de
relaciones que demandan del investigador habilidades que van más allá de los
fines objetivos que persigue con la intervención.
·
En el proceso de la intervención los cruces
entre diferentes realidades y trayectorias se configura en un reto para el
interventor en la medida en que este trabajo, que desde luego debería reivindicar
la contingencia, la ambigüedad y la contradicción, se configura como un
escenario en donde nada de lo que allí se discute y reflexiona será
cristalizado en cambios definitorios y radicales, por el contrario, habrá que
darle a este proceso y lo ello genera una carácter siempre provisional y
azaroso en la medida en que ni las condiciones ni los deseos de sus integrantes
tendrán también este carácter provisional.
·
La intervención debe ser visualizada entonces
como un proceso siempre ad hoc, es decir a la medida de las realidades y
circunstancias que rodean a los individuos y a la organización. Tratando de
guardar una relación equilibrada que salve los intereses de ambos lados. Se
volverá propiciatoria de este equilibrio en la medida en que cambie la táctica
de búsqueda y lejos de reconocer las limitaciones y desventajas ayude a
reconocer las partes bondadosas y acciones posibles dentro de la
organización.
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[1]
Dra. en Estudios Organizacional por la UAM I. Profesora-investigadora de la Universidad
Pedagógica Nacional, 291 Tlaxcala.